A mí sí me da miedo el puente
Un día de febrero en Traspatio
Me siento en realidad muy agradecida por participar en la presentación de A mí no me da miedo el puente, el libro de María Alanís, editado por Licántropo. Es la primera vez que siento que la autora escribe con plena conciencia de la tradición detrás suyo. En el muy buen texto que prologa el libro, Mariana Rosas ya relaciona los cuentos de María Alanís con los de otras escritoras que ahora se consideran canónicas pero que, en el siglo pasado que me dio cabida en este mundo, eran situadas como anomalías entre interesantes y risibles.
“Sobre cruzar un puente que cuelga” es el título de este prólogo, análisis que abre este libro. Me parece maravilloso que se incluyan estas palabras en las que hay un ejercicio para explicar y dar contexto a los relatos. En el homenaje a Margarita Vázquez que recientemente le hizo el ENPJ, su hijo, Sergio Monreal empezó su intervención con un diálogo con el único escrito de análisis literario que se le ha hecho a la obra de Margarita Vázquez, escrito por Frida Lara. Ésa es la gran importancia de los prólogos a las obras de escritura femenil y feminista, acotaría la Dra. Sáenz (la veo con su sonrisota bellísima), que son un reconocimiento y una colocación del texto en los ámbitos de la literatura escrita por mujeres, y hasta en los académicos. Es éste un buen oficio para las egresadas de letras, a más de que constituye una necesidad para la paridad literaria.
Regreso a las escritoras canónicas. María Alanís ha leído a esas escritoras y a muchas más. Tiene una tradición con la que cobijarse durante sus momentos de creación. Estudió en la UNAM, no en la Michoacana. No creo en la competencia, por eso me hace feliz la oportunidad de hablar sobre este libro en específico, en donde María Alanís aprovecha el gran espacio de las páginas para que su voz trabaje, construya, descanse, encuentre hallazgos. Esta es otra de las razones de mi agradecimiento: aprovechar que no hay miedo al puente, ni a tender puentes entre las personas.
Antes de ser feliz con los hallazgos, una ovación de pie para la claridad en la redacción de María Alanís. Brava. Uno de los recursos que ella emplea en la mayoría de las narraciones es el uso de la primera persona del singular. Me parece que el yo es una elección excelente porque permite que la lectora se identifique de inmediato con las personajas, en primer lugar, y en segundo, va de maravilla con la visibilización, el develamiento, de los mundos internos de las mujeres. Brava. Pero esta primera persona no se queda en una yo aislada: va construyendo una polifonía de voces. A María Alanís le gusta lo multitudinario, lo multifónico. La construcción del ego femenino a través de las voces externas de familiares, amigos y amigas, parejas, amantes, incrustadas en la mente.
En esa primera persona hablan esposas, madres, novias, pretendidas, hijas, sobre historias (incluidos encubrimientos) de familia, violencias cotidianas, paternajes y maternajes, menstruación, la pandemia… Me encanta ese personaje que habla de antes de la pandemia y después de la pandemia. Las historias que narra son historias familiares. ¿Hay consecuencias por decir lo indecible, por contar esas historias que la propia autora nos dice que son suyas y otras no tanto, pero como si lo fueran? Espero que no, espero que ya no pague ese precio y que estemos madurando como sociedad. Incluso, María escribe en los agradecimientos que realizó entrevistas con sus tías. Increíble. Fabuloso.
Muy de la mano con las decisiones brillantes que hacen la lectura fluida van las palabras que se eligen y la forma en que se escriben. Por ejemplo, p’urhepecha, netflis o pobrísimo, provenientes de varios discursos y dialectos, todas tratadas narrativamente, sin que nos distraiga la declaración política, lingüística o feminista que, elegantemente, asoma su cabezota de todos modos. Brava.
Como yo no estoy haciendo literatura, sí me puedo permitir decir con todas sus palabras, exponiendo todos sus tonos, que una mujer que escribe es peligrosa para el patriarcado. Brava.
María Alanís se permite, a través de las personajas, mostrar su humor negro, como en los casos (que adoré) de la “geografía elemental de Morelia” o los “baños con apariencia de zonas radioactivas”.
Ahora sí hablaré del hallazgo que veo en este libro, que es su primer libro como autora. Brava. María, dije, es multitudinaria y tiene un gran oído, es decir, tiene corazón de novelista. Tiene talento para escarbar en los mundos internos de las personas y exponerlos en palabras. Nos sumerge en los universos de cada personaja. Los externos, con las violencias y pulsiones que les toca vivir, y los internos, la tortura mental que lo exterior desata en la psique.
Este libro, constituido por una serie de cuentos, nos deja con una duda interna: ¿leí cuentos o una novela? La novela de ser una mujer joven en estos tiempos. Porque en las narraciones se retoman personajes que conocemos de cuentos anteriores, pero en distintas facetas y etapas. Eso crea en la lectora una sensación maravillosa de complicidad y participación. Brava. Así, sentimos que sabemos como lectoras más que las y los personajes, sentimos que los conocemos más de lo que se conocen ellos mismos porque sabemos detalles que ellas y ellos no conocerán nunca. ¿Cómo se llama eso? Una técnica que rodea algunos personajes, como lo hiciera Naguib Mahfuz en El callejón de los milagros, que no es exactamente una narración enmarcada (en donde hay una línea principal en la qe se incrustan historias secundarias), y que me recuerda a los géneros híbridos de la literatura medieval y renacentista. Sí, hablo del Calila e Dimna, del Conde Lucanor y de La Celestina.
Esta sensación de calorcito en el pecho y la mente que María Alanís nos provoca con el uso de esta técnica es, sencillamente, maravillosa. La recomiendo ampliamente a las personas aquí presentes.
Como han visto, aplaudo mucho este libro. Lo celebro mucho, lo festejo y, por encima de todo, lo agradezco. Una vez más, doy las gracias porque esa es mi principal emoción: un enorme agradecimiento a los cambios del mundillo literario con los que ya vivimos en estos momentos, simbolizados ahora mismo en la persona de María Alanís. También le agradezco el haberme invitado a presenciar este momento. Con todes ustedes, estamos viendo el nacimiento de una gran escritora. Por último, les pido que me ayuden a aplaudir, ahora sí con las palmas, este hermoso texto.
Nektli Rojas
Escritora y docente mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Es profesora por horas en la Facultad de Letras de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Escribe poesía, cuento y artículos periodísticos. Ha colaborado en los periódicos El Día y Cambio de Michoacán, en los suplementos culturales Cambio en la Cultura, Vientos de Cambio, Letras de Cambio y Acento. Ha publicado en las revistas Tierra Adentro, Revista de Literatura Mexicana Contemporánea y Fragmentario. Ha trabajado en llevar la poesía a escena con el proyecto Hablar en Jazz (que se concretó en un CD), así como a unirla con el dibujo, en un poemario gráfico interactivo para plataforma Mac, del developer José María Campaña. Fue jurado del Premio de Cuento "Xavier Vargas Pardo" del Instituto Michoacano de Cultura (2013) y en los Primeros Juegos Florales de Uruapan, Michoacán (2002). (Enciclopedía de Literatura en México)